“Aprendí a Mirarme”
Esta experiencia de sala considero que tal vez no sea algo novedoso, pero sí algo que
las maestras jardineras debemos recuperar.
Entonces era maestra de alumnos de 4 años, y a medida que pasaban los meses observaba al
grupo de alumnos de 3 años que su
maestra era una de las compañera del Jardín,
los miraba bastante inquietos, molestos algunos, y entre los niños sobresalía
un niño que se llamaba José . No obedecía, agredía a sus compañeros, con
bastantes berrinches, y me llenaba
internamente de este pensamiento:”
¡Ojala que ese grupo de niños no sean
mis alumnos en el siguiente año.
Comenzaba el nuevo año escolar,
en el mes de marzo cuando recibí el listado de mis alumnos y entre ellos
estaba, José, un poco resignada acepte a ese niño.
Al comenzar las clases, estaba nerviosa, ansiosa, a pesar de mi experiencia,
y me preguntaba: ¿Cómo será el nuevo grupo de alumnos?
Recibí a los alumnos con muchas expectativas y con el correr de los
días me fui dando cuenta de que iba a ser un año difícil, de mucho esfuerzo.
El grupo de niños, en general, era muy inquieto y con dificultades de
integración. Había cuatro niños que no acataban consignas, tenían problemas al
compartir juegos, materiales y actividades. No había grandes problemas de
aprendizaje, pero sí de desorden en los momentos de actividades cotidianas y de
trabajo grupal.
Uno de los niños, José, de cabellos rubios, ojos negros, de piel
blanca, era el que presentaba más dificultades: no se adaptaba al Jardín, ni al
grupo, hablaba mucho, se movía constantemente, salía de la sala, no participaba en las actividades. Actuaba con
mucha agresión con los compañeros y siempre estaba enojado. Nada llamaba su
interés. Solo, a veces, realizaba construcciones y dibujos que eran muy
creativos.
Entonces, este cuento que es mi cuento y pasó en el Jardín, yo te lo
cuento:
Un día entré a la Sala
y me encontré con los alumnos de siempre: los cariñosos, los tímidos, los
revoltosos, los curiosos y también, con José, el “malo del Jardín”, como decían
sus compañeros.
Fue así que en esa etapa
pensaba que con mis 22 años de experiencia docente no podía bajar los brazos
ante este niño y empecé a buscar
estrategias para poder captar su atención. Como ser, le dije que el seria mi
secretario, resulto los dos primeros días pero volvió a ser el mismo de siempre
También, les propuse , como otra posibilidad, confeccionar con todos sus
compañeros un código de convivencia lo que esta bien y lo que esta mal, pero al
poco tiempo, tampoco resulto.
Y Pasaron y pasaban los días,
cada mañana al levantar no tenia la alegría de ir a trabajar y a veces sentía
que quería huir de la realidad que estaba pasando, sentía que bajaba los brazos
y comencé a pedir auxilio. al gabinete psicopedagógico y a mi directora. Entonces
solicite a la Psicopedagogo que
dictara una charla a los padres de esta
salita sobre Limites, la cual me solicita que realice un Informe de los temas
que ella expondría en la Charla.
Realizamos un listado, se fija una fecha para que asistan los padres
El día de la charla, los padres de los compañeros de José se quejaron sobre la agresividad de José
hacia sus hijos de denunciando cuan malo
era este niño. Pero en realidad yo no lo escuche esto (me comento la docente celadora que estaba
presente en la charla).
A los días el padre, se presento en el jardín para hablar conmigo y me
comento que estaba separado de la mamá, ese comentario fue de gran asombro, porque
no estaba enterada, además me pregunto:¿ Mi hijo es Bid laden para los demás
padres?, me sorprendí y al mismo tiempo me dolió esa expresión y le dije porque
decía así. En ese momento entendí el dolor que sentía por su hijo, que todo era
reclamos y reclamos de los demás hacia su hijo.
Lo único que atine a decir fue por favor señor no diga así, no se
sienta mal, en ningún momento piense, que los otros padres piensan de esa
forma.
Después de conversar un largo rato sobre su hijo, trataba imperiosamente
y esforzándome que entendiera lo que
estaba pasando Y al final, por lo menos, me quedo la tranquilidad que este papa
se fue del jardín un poco mas tranquilo .
Al siguiente día la directora me llama para conversar sobre mis
alumnos y decirme que a ella no le interesa lo pedagógico y que lo único que le
importa es que los niños se porten bien.
No, le conteste. Salí muy molesta con ella por lo que me había pedido
y cuando volvía a casa me pregunté: ¿Qué puedo hacer? ¿Qué debo cambiar? y en
ese momento sentí en lo profundo de mi corazón que no tenia que bajar los
brazos y cumplir con la tarea que me compete que es de enseñar a mis alumnos.
Al otro día, cuando llegue al jardín, me di cuenta que la que tenia
que cambiar era yo. Entre a mi sala y en ese momento llego José y me dijo ¡Hola Seño ¡ me arrime lo abracë
(cosa que no se dejaba hacer, le molestaba el contacto) , y le di un beso, sentí
allí la necesidad de hacerlo, el me miro y me abrazo fuerte.
Al pasar los días note cambios, que me sorprendían cada día ,José
sonreía y conversaba con sus compañeros. Había hecho muchos dibujos, trabaja y
muy creativos. De a poco, empezó a compartir otras tareas y a relacionarse con
algunos compañeros. Los otros niños empezaron a jugar con él y a tenerlo en
cuenta en distintas actividades. José, encontró su lugar... ¡Y hasta que un día
me pregunta, abrazándome, ¿Seño si me
porto mal vos no me vas a querer? Y le pregunte ¿Quién te dijo eso? , y el me
contesto mi mamá, y le conteste , tu mamá esta equivocada, yo siempre te quise
y siempre te querré, a veces hasta los grandes nos portamos mal.
Tenia una sonrisa tan grande y me abrazo.
Pensemos en este tipo de
experiencias para acercar a la practica docente, al aula en
este mundo: convulsionado, enrarecido, dudoso... ¿Por qué? Porque LA SONRISA DE UN NIÑO VALE
LA PENA y significa YO SOY,
YO PUEDO, YO APRENDO.
María Alejandra Lazarte
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